miércoles, 15 de octubre de 2014

Por un Millón de Paoso: El cerco a Granada

Desde la fortaleza de Alcalá la Real, de origen árabe, conquistada y reconquistada varias veces, preparan los Reyes Católicos el asalto a Boabdil. En 1481 toman el castillo de Píñar. En 1486 cae la alcazaba de Loja, defendida por el propio rey granadino, y tras ella los castillos de Íllora, Moclín y Montefrío, en una dura campaña en la que se distingue el Gran Capitán. Perdida esta importante línea de defensa, el cerco sobre Granada se estrecha.


Castillo de Montefrío

Fué construida en los restos del antiguo castillo nazarí, cuya época de fundación se remonta hacia el 1352 cuando reinaba en Granada Abú-Abdalá Jusuf, quién lo hizo construir en unos terrenos que consideraba estratégicos para la defensa de sus fronteras. Para ello, envió al Alarife mayor de la Alhambra, quien eligió el lugar de su ubicación y planeó su construcción con triple recinto, plaza de armas, aspilleras, ardaves, torres, aljibes para el agua, almacenes y todo lo necesario para aguantar, en su caso, un largo asedio.

Ampliar imagenEste castillo fue un lugar estratégico de defensa para el reino de Granada, hasta su toma por el Rey Católico la mañana del 26 de junio de 1486. Conquistado el bastión, la Reina Católica nombró alcaide de la fortaleza a don Pedro Afán de Ribera. sus habitantes quedaron como mudéjares, y los que no quisieron sujetarse al poder de Castilla pasaron a formar parte de la población de Granada.

Los monarcas mandaron construir en el castillo una iglesia, como venía siendo costumbre en ellos al conquistar alguna fortaleza mora, terminándose las obras en 1507. Luego, entre 1540-42 con la liberación de los fondos de fábrica y el desarrollo económico de la zona debió de pensarse en renovarla y ampliarla, para ello, fue llamado el maestro Diego de Siloé, quien proyectó una iglesia en la que se aunaban las soluciones de gótico y el mudéjar con con los repertorios decorativos del Renacimiento.


Castillo de Illora

Castillo árabe El Castillo de Íllora data del periodo califal (siglos IX-X), aunque posteriormente ha sufrido grandes modificaciones y ampliaciones. Su situación es plenamente estratégica, en el lugar más elevado del gran peñón que domina el pueblo. La importancia de su fortificación y su ubicación geográfica le llevaron a ser considerado el “ojo derecho“ del reino nazarí de Granada, permanentemente en conexión a través de una red de torres con los castillos de Moclín y Montefrío. Esta red de inteligencia transmitía todo la información militar sobre los movimientos de las tropas cristianas en la región, permitiendo una comunicación rápida con la capital nazarí.

Esta estructurado en tres recintos: la villa, la alcazaba y el arrabal. El primer recinto esta situado en la parte nororiental, guarnecido por la muralla del segundo recinto. Su rasgo más destacable es la puerta de entrada, con cimientos de época califal, que sufrirá distintas intervenciones desde el siglo XI hasta el XVI, pasando de ser un sencillo arco de herradura apuntado de ladrillo a la actual puerta en recodo de época nazarí. La alcazaba, con un papel defensivo y militar, ocupa la zona más elevada del peñón. Su planta es alargada y trapezoidal, con dos aljibes aún conservados en su centro, y está delimitada por una muralla con cinco torres. De los elementos que aún quedan en pie podemos destacar el lienzo norte, que es el único que conserva su adarve y almenado. En su extremo norte todavía se conserva una torre de tapial,. Por último, el arrabal ocupa la vertiente suroeste con una planta casi triangular, conservando un lienzo con tres torres semicirculares, macizas y de dos cuerpos.


Castillo de Moclín

El Castillo de Moclín se construyó a mediados del siglo XIII para la defensa del Reino Nazarí de Granada. También llamado Hins Al–Muqlin (fortaleza de las dos pupilas), surgió como castillo fronterizo entre los reinos de Granada y Castilla y fue continuamente asediado durante el asentamiento hispano-musulmán, cayendo en manos de los Reyes Católicos en 1486.

Tiene planta irregular, por tener que adaptarse al terreno. Se levanta en la cumbre más alta del entorno, a más de mil metros sobre el nivel del mar. Destacan en él dos zonas bien diferenciadas.

La primera la constituyen las murallas exteriores, que alcanzan su mayor esbeltez hacia el oeste y el sur, decreciendo conforme se avanza hacia los Tajos de la Hoz. En algunos puntos, la propia roca hace funciones defensivas.

Por el camino real que aún existe se llegaba a la segunda zona del castillo, la alcazaba. En su puerta de entrada sobresale la Torre del Homenaje, la más alta de todas. Está ubicada en el ángulo nordeste del castillo, dando vista a las tierras de Alcalá la Real. Dentro de la alcazaba, en la parte superior del castillo, destaca también el aljibe, de grandes dimensiones y capital importancia en caso de asedio.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Por un Millón de Pasos: Alcalá la Real

Alcalá significa población fortificada. Más que apropiado el nombre que le fue dado por  Alfonso XI tras conquistar, definitivamente, en 1341 un enclave que, durante más de 150 años, marcó la frontera entre los Reinos de Castilla y de Granada. Ese carácter fronterizo propició el enriquecimiento cultural y su crecimiento gracias al intercambio de ideas entre dos culturas en continua lucha, pero también, condenadas a entenderse durante largos periodos de convivencia. Precisamente, el modo de vida en la frontera es el hilo argumental del centro de interpretación abierto al público y en el que, repartido en diferentes escenarios y a través de distintos medios (paneles, recreaciones, representaciones, montajes audiovisuales…), el visitante conocerá de forma amena y participativa el modo de vida en los territorios fronterizos, los oficios de la época, los personajes típicos y sus funciones, la producción agraria, el papel de la mujer, etc.


Desde sus orígenes, Alcalá la Real fue un enclave apreciado al ser lugar de paso obligado de las vías que, desde la costa, se dirigían hacia el interior de la Península. No es de extrañar, pues, que la defensa de la ciudad fuera una de las principales preocupaciones de las distintas autoridades, tanto musulmanas como cristianas. Ello marcó no sólo su urbanismo y arquitectura, sino también la vida de sus gentes, dedicadas en buena parte a la actividad militar, sus manifestaciones religiosas o su tiempo de ocio.

Alcalá reproduce el esquema general de la ciudad islámica, en tres conjuntos fortificados: la madina, el alcázar y el arrabal. Es por este último por donde podemos comenzar nuestra ruta hasta la cumbre del cerro donde, junto al alcázar, se sitúa el otro edificio que sobresale entre el conjunto monumental amurallado: la Iglesia Mayor Abacial.

Llamado por los cristianos Arrabal Viejo o Arrabal de Santo Domingo, de este recinto quedan algunos restos, entre ellos, un gran lienzo de muralla que circunda la ladera Sureste de la Mota y la iglesia de Santo Domingo de Silos, hoy en ruinas, de estilo gótico y, según algunos autores, edificada sobre una antigua mezquita.

De la antigua medina, por su parte, podemos ver algunas de las numerosas puertas o restos de torres que formaban parte del complejo sistema de acceso hacia la cumbre de La Mota. Es el caso de la Puerta de las Lanzas, la Puerta de la Imagen, una de las principales puertas de la ciudad y muy similar a la Puerta de la Justicia de la Alhambra de Granada, o la Puerta del Peso de la Harina, atravesando la cual se accede directamente a la Plaza Alta. Además, también destaca la llamada Torre de la Cárcel, durante años en  ruinas a causa de una voladura durante la guerra napoleónica y restaurada recientemente.

El recorrido por el antiguo recinto medieval desemboca en la cumbre del cerro donde se enclavan el Alcázar y la Iglesia Abacial, símbolos de la ciudad. De forma triangular, el Alcázar está formado por tres torres, la de la Campana o de la Vela, la Torre Mocha y la Torre del Homenaje, la de mayor altura (20 metros) y en la que se sigue apreciando su origen islámico.


Con la conquista de Granada, las necesidades defensivas fueron decreciendo y la población trasladándose hacia las zonas más bajas. Aún así, el recinto fortificado de La Mota siguió siendo el centro del poder civil y religioso. A ello contribuyó el hecho de que, a partir de la conquista cristiana, Alcalá se convirtiera en sede abacial lo que se tradujo en un importante desarrollo socio-económico durante la época renacentista. La Iglesia Mayor Abacial en La Mota, junto con el antiguo Palacio Abacial en el actual centro urbano, son los máximos exponentes arquitectónicos de este periodo.

Edificada entre los siglos XVI y XVII sobre la antigua iglesia mandada construir por Alfonso XI, en ella se observan diferentes estilos artísticos. Mientras, poco a poco, La Mota se iba despoblando con el paso de los siglos, la Iglesia Mayor Abacial fue el único edificio que siguió en funcionamiento hasta la llegada de las tropas francesas en 1810. Estas, después de desmantelarla, le prendieron fuego en su retirada. Fue el punto de partida de un proceso de abandono y deterioro, en el que fue utilizada como cementerio e, incluso, llegó a ser demolida en parte por orden municipal.

Junto al soberbio conjunto monumental de la Fortaleza de la Mota, Alcalá la Real conserva un centro histórico muy interesante. Se trata de una ciudad media de Andalucía equidistante entre las ciudades vecinas de Córdoba, Granada y Jaén, donde conviven en perfecta armonía la tranquilidad y el sosiego del mundo rural, en un entorno natural privilegiado como es la Sierra Sur, con los modernos y cualificados servicios de una ciudad del siglo XXI.

martes, 16 de septiembre de 2014

Por un Millón de Pasos: Castillo de Alcaudete

Es uno de los máximos ejemplos del poder que, en la Edad Media, alcanzó la Orden de Calatrava, a la que el Rey Fernando III el Santo encomendó la protección de la frontera occidental del reino de Jaén frente al reino nazarí de Granada. El castillo, uno de los mejor restaurados de España, cuenta con un centro de interpretación dedicado a su evolución histórica y, en especial, a la etapa que estuvo ocupado por los monjes-guerreros.


Una buena forma de conocer el castillo de Alcaudete puede ser participar en alguna de las cenas o almuerzos medievales o en las recreaciones históricas y visitas teatralizadas que organiza y ofrece la empresa de gestión turística local en colaboración con el ayuntamiento y otras entidades. De este modo, ataviados con los trajes de la época y de la mano de algunos de los ilustres personajes que habitaron entre sus muros, conoceremos la historia de esta imponente e inexpugnable fortificación. En cualquier caso, siempre podremos optar por la clásica visita al recinto (accesible, además, para personas con movilidad reducida) y recorrer el Centro de Interpretación de la Orden Militar de Calatrava, en el que, por ejemplo, veremos las armas y máquinas de guerra que empleaban los monjes en sus incursiones o conoceremos cómo era su vida en el interior del castillo.

Entre los siglos XIII y XIV, Alcaudete se convierte en un enclave de vital importancia dentro de la frontera con el reino nazarí de Granada. De hecho, la pugna entre musulmanes y cristianos por hacerse con tan codiciada plaza fue una constante, aún después de la batalla de las Navas de Tolosa. Finalmente, se encarga a esta orden militar el control y la defensa de la frontera occidental del Reino de Jaén y serán los monjes calatravos los que levanten este castillo sobre la base del antiguo fortín árabe. Desde aquí se abastecerán y saldrán las tropas que van a participar en incursiones en territorio musulmán y aquí volverán también en busca de resguardo y aposento.

La Orden de Calatrava reforzará el carácter defensivo de la plaza para tratar de hacerla lo más inexpugnable e inaccesible posible y para adecuarla a las nuevas estrategias de combate, dado el incipiente uso de la artillería (por ejemplo, redondeando las esquinas en algunas de sus torres). De la antigua fortaleza islámica utilizarán sus defensas como antemuro o falsabraga, es decir, una muralla más baja que la principal, que se levanta delante de ésta y que aún se conserva.

Los monjes mantienen dos de las tres puertas que en la etapa árabe daban acceso al recinto: la puerta principal, en la zona norte, defendida por dos torres, y la poterna o puerta falsa, situada en el extremo sureste, de tamaño más reducido y protegida también por una torre conocida como la Torre del Reloj.

Una vez dentro del recinto, el aspecto del castillo de Alcaudete es muy similar al que tendría hace ocho siglos. El minucioso trabajo de restauración llevado a cabo ha hecho posible que buena parte de las edificaciones y estructuras de la fortaleza hayan recuperado el aspecto que debieron tener entonces. El recinto cuenta con tres aljibes, sobre uno de ellos, el ubicado junto a la puerta principal, se sitúa el cuerpo de guardia, encargado de controlar el acceso al castillo y comunicado directamente con el adarve de los lienzos de la muralla. Llamados también caminos de ronda, estos pasillos eran solo frecuentados por la guardia que, de este modo, podía recorrer todo el recinto y acceder a las seis torres que lo defendían. El de Alcaudete es uno de los castillos donde mejor se puede apreciar este tipo de estructura.


En la zona sur del perímetro amurallado se encuentran las caballerizas, recuperadas hoy día como sala destinada a la celebración de actividades varias, y la sala capitular, situada justo encima de estas últimas. Pero, entre todas estas edificaciones, en el centro de la fortaleza y en el punto más elevado del cerro, destaca la espectacular Torre del Homenaje, símbolo del poder de la Orden, imponente por sus dimensiones (22 metros de altura y muros de hasta tres metros de grosor) y prácticamente inexpugnable por la dificultad de su acceso. En ella, además del aljibe y el almacén para guardar los víveres, en la última planta, se localizaba la residencia del comendador.

Tras la toma de Granada y el fin de los conflictos armados, el castillo perdió su función militar para convertirse en residencia al ser entregado al señorío de los Fernández de Córdoba. Los señores de Alcaudete colocan sobre la puerta principal sus escudos heráldicos, aún visibles, y acometen numerosas reformas que afectan prácticamente a todas las edificaciones del castillo, incluida la Torre del Homenaje, cuya primera planta se transforma en un salón con chimenea, mientras que la segunda, antaño uno de los espacios más importantes del castillo, se convierte, curiosamente, en un palomar. Asimismo, los nuevos propietarios construirán nuevas dependencias en el recinto, entre ellas las propias de una residencia palaciega con una gran escalera imperial de las que hoy poco se puede ver ya que, los continuos expolios y, después, el terremoto de Lisboa de 1755, acabaron por derruirlo.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Por un Millón de Pasos: Camino a Granada

Castillo de Torredonjimeno

Sirvió de estancia para reyes y señores. En su Torre del Homenaje cuenta la tradición que se escribió el primer libro sobre el arte de torear que se conserva en España e, incluso, llegó a albergar una fábrica de aceite. El castillo de Torredonjimeno ha cumplido numerosas funciones.


El castillo de Torredonjimeno fue construido por los árabes para proteger a la población de una pequeña alquería rural. Se trataba de una fortaleza rectangular, de tamaño medio, que tras la reconquista fue ampliamente reformada por la Orden de Calatrava. De esta fase se conserva un torreón que puede verse en el patio del colegio público Puerta de Martos. La torre está unida a otra a través de lienzos de muralla de un metro y medio de espesor si bien este último torreón, visible desde la calle Cantera, está muy alterado por remodelaciones posteriores.

A finales de la Edad Media el castillo pasa a ser residencia señorial. En el interior del recinto podemos contemplar parte de esa casa palacio del siglo XVI en la que destacan varias de sus dependencias techadas con alfarjes policromos de estilo mudéjar.

Castillo de la Villa y Peña de Martos

Durante gran parte  del siglo XIII Martos pasa por ser la principal plaza de la Orden Calatrava frente al Reino de Granada. Elegida por la orden militar por su estratégica situación, los castillos de La Villa y de La Peña formaron uno de los enclaves defensivos más importantes de la provincia jiennense. Los restos visitables que se conservan en el casco urbano se corresponden con la torre del homenaje del castillo de la Villa que, actualmente, alberga un Centro de Interpretación de la historia de la localidad.


Tras su restauración, la torre puede ser visitada (previa cita telefónica) y acoge en su interior el Centro de Interpretación Cultural e Histórico de Martos. Asimismo, también es interesante para el viajero ver otros torreones construidos por los calatravos y que formaron parte de la defensa de la ciudad: es el caso del de la calle Real, la torre Almedina (en la calle del mismo nombre) y la situada bajo el campanario de la iglesia de Santa María de la Villa. Además, entre el caserío del barrio de la Villa y la calle Adarves asoman diversas torres y lienzos de murallas de la que fuera primitiva fortaleza árabe.

La torre del homenaje fue construida por la Orden de Calatrava dentro las obras llevadas a cabo tras la reconquista para reforzar el sistema defensivo de la fortaleza. Los calatravos eran conscientes de la estratégica situación de la ciudad en la lucha contra el Reino Nazarí y la convirtieron en su bastión defensivo más importante desde el que, por ejemplo, se acometió la conquista de municipios próximos como Arjona, Torredonjimeno o Torredelcampo o el asedio a la ciudad de Jaén.

Hasta su definitiva derrota, los árabes intentaron en varias ocasiones recuperar la plaza de Martos. Una de esas incursiones ilustra una de las leyendas que surgieron en torno al castillo de La Villa, la de Doña Mencía de Haro. Según la tradición, la noble vistió y armó a sus damas en ausencia de hombres soldado y las hizo comparecer en las almenas de la fortaleza con el fin de disuadir a los árabes que, al enterarse de que el castillo estaba desguarnecido, marcharon hacia el lugar para conquistarlo.

Además de este castillo urbano, Martos cuenta con una segunda fortaleza, el castillo de La Peña, construido también por la Orden de Calatrava en el siglo XIII en la cumbre de la Peña. En este caso, el acceso a la fortificación es algo más complicado, pero, a la vez, tentador para los amantes de la aventura, pues hay que subir a más de mil metros de altura por un camino señalizado que se recorre en unos 40 minutos. Más allá de la visita a los restos de la fortificación, desde arriba se contemplan unas impresionantes vistas de gran parte de la provincia, hasta el punto de que hay, incluso, quien señala que estas son muy parecidas a las que se pueden disfrutar desde un avión. La visita es recomendable para aquellos aficionados al senderismo y la naturaleza y puede completarse con un recorrido por la Vía Verde del Aceite.

martes, 26 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Castillo de Santa Catalina

Ejerció un papel clave durante las contiendas entre musulmanes y cristianos, pero, además, el Castillo de Santa Catalina tuvo también especial protagonismo durante la Guerra de la Independencia, al convertirse en un importante centro de operaciones para las tropas napoleónicas. Desde su privilegiado emplazamiento se pueden contemplar unas vistas únicas de gran parte de la provincia, de la ciudad de Jaén y, especialmente, de su catedral.
Tres fortificaciones llegaron a conformar la antigua fortaleza construida en la cumbre del Cerro de Santa Catalina: el Alcázar Viejo, levantado durante el reinado del Rey Alhamar, el castillo Abrehui y el Alcázar Nuevo, ordenado construir por Fernando III en el siglo XIII. De los tres, este último es el que conserva y mantiene más o menos intacta su estructura original, ya que los dos primeros fueron derruidos a mediados del siglo XX para construir el actual Parador Nacional de Turismo, valorado hoy día como uno de los mejores hoteles-castillo de Europa.


En el primer cuarto del siglo XIX las tropas napoleónicas convierten el recinto fortificado en un gran acuartelamiento o plaza fuerte desde la que acometen un riguroso control de la mayor parte de la provincia y, sobre todo, de los pasos estratégicos de Sierra Morena. Para ello, distribuidos entre los tres alcázares, instalaron alojamientos para la tropa regular, caballerizas, calabozos, oficinas, polvorines y, hasta incluso, un hospital con cincuenta camas. De todo lo ocurrido en aquellos años sabemos por los restos que se conservan y por los planos y algunas fotografías realizadas a finales del XIX y principios del XX.

En cualquier caso, la imagen que, actualmente, podemos ver del Castillo de Santa Catalina corresponde más a la que contaba en el medievo que a los cambios hechos por el ejército francés. La fortaleza que hoy podemos visitar tiene una planta casi triangular y está protegida por seis torreones, entre los que destaca la Torre del Homenaje, con 40 metros de altura. Junto a esta, la Torre de las Damas, encargada de proteger el acceso al Castillo; dos torres albarranas (una de las cuales alberga la capilla de Santa Catalina, patrona de la ciudad); la Torre de la Vela, desde cuya azotea se emitían señales luminosas a otros puestos defensivos del entorno, o la última, la Torre de las Troneras. Aquí encontramos otro de los elementos curiosos de la fortaleza, ya que, desde el Medievo, esta torre fue utilizada como letrina, algo no muy común en los castillos de la época y uso que también los franceses optaron por mantener.

Asimismo, según las últimas excavaciones realizadas en la zona, se sabe que en el interior de la antigua fortificación árabe existió un palacio o zona aúlica, de la que se han encontrado algunos restos de elementos decorativos, y que sufrió diversas transformaciones a lo largo de las diferentes etapas históricas. Algunas de sus dependencias, en determinados momentos, cumplirían no sólo una función residencial, sino que también albergarían espacios administrativos o serían lugar de trabajo de los funcionarios estatales.

lunes, 18 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Castillo de Lopera y Torre de Boabdil

Castillo de Lopera

En Lopera encontramos uno de los mejores ejemplos de castillo construido por la Orden Militar de Calatrava en la provincia de Jaén. Declarado bien de interés cultural en 1991, esta fortaleza conserva el perímetro amurallado original, aunque a largo de los años, sirvió también de residencia e, incluso, como bodega a mediados del siglo XX.


Situado justo en el centro del municipio, el castillo, con planta de pentágono irregular, tiene dos recintos: uno externo formado por lienzos de muralla y protegido por cinco torres y, otro interno, en el que se alzan dos imponentes torres llamadas de San Miguel y de Santa María, respectivamente, y que están unidas entre sí por dos lienzos. La primera se utilizaba para controlar el acceso al alcázar. Como curiosidad, en esta torre todavía pueden verse los daños causados por un proyectil en la Guerra Civil española.

La torre de Santa María, por su parte, era la Torre del Homenaje. Contaba con dos estancias superpuestas. La de abajo fue transformada en oratorio durante las obras realizadas en el siglo XVI para convertir el castillo en residencia nobiliaria y, ya en el siglo XX, volvió a ser reformada con el fin de acondicionarla como sala de estar por parte de la familia propietaria.

Se da la circunstancia de que, a mediados del pasado siglo, se crea en el interior de la fortaleza loperana una bodega de vino, lo que alteró de forma notable la fisionomía original de la fortaleza. Entre otras, por ejemplo, se derrumba la poterna o puerta falsa que existía, se desmantela el cuerpo de campanas de la torre de Santa María y se sustituye por almenas y se construye una gran nave y una tolva de recogida de la uva.

Hoy día, el castillo, junto con la Casa de la Tercia, es el monumento más significativo de Lopera y uno de los más importantes de la Ruta de los Castillos y las Batallas de Jaén.

Murallas y Torre de Boabdil

Cuenta la tradición que en esta torre estuvo preso el último rey de Granada, Boabdil “El Chico”, tras ser capturado por el ejército cristiano en la batalla de Lucena, y aquí permaneció hasta que claudicó a las exigencias impuestas por los Reyes Católicos. Imponente por su altura y su buena conservación, nos encontramos ante una de las construcciones defensivas más bellas y soberbias de Andalucía.


De planta ochavada y 28 metros de altura, la torre de Boabdil o Torre Nueva es, por sí misma, un reclamo turístico que invita al viajero a visitar Porcuna. Monumento Histórico desde el año 1982, en su interior destacan los arcos y las bóvedas góticas de inspiración cisterciense de sus cámaras, mientras que desde el mirador de su terraza se puede contemplar el bello paisaje de la campiña olivarera jiennense.

La torre alberga, además, un museo municipal en el que se muestran interesantes vestigios del rico pasado de la localidad. No en vano, Porcuna destaca también por haber sido uno de los poblados iberos más importantes del mundo con ricos yacimientos arqueológicos como el de Cerrillo Blanco, hoy visitable y dotado de un centro de interpretación, o el del Cerro de los Alcores, y por haber sido una relevante ciudad romana,  conocida como Obulco, a la que, con frecuencia, hacen referencia autores como Plinio, Ptolomeo o Estrabón en textos de la época.

Tal y como se recoge en la placa testimonial que puede verse en su fachada principal, la torre de Boabdil fue construida entre 1411 y 1435 por la Orden Calatrava. La vinculación de esta orden militar con el municipio ha sido una constante a lo largo de su historia y, de hecho, se mantuvo hasta entrado el siglo XIX.  Como curiosidad basta señalar que, de los cinco prioratos que la orden tenía en Andalucía allá por el siglo XVI, dos estaban en Porcuna (los de San Benito y Santa María).

jueves, 14 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Avanzando por Jaén

Andújar

Es en la época romana cuando se construyen las primeras fortificaciones en Andújar, vinculadas al control del puente que permitía vadear el río Guadalquivir, y cuando comienza a adquirir gran relevancia gracias a la producción de cerámica terra sigillata que, incluso, llegó a exportarse por todo el imperio. La fortificación definitiva del poblado será obra de los almohades a partir de 1116, aunque, años después, esta tuvo que ser reparada debido a los daños causados por un terremoto que asoló la población.


El castillo o alcázar de Andújar se encontraba en lo que hoy es la llamada Plaza Vieja. Una vez en ella y situados en su acera izquierda, podemos seguir el recorrido de la antigua muralla, de la que, en algunas calles, todavía pueden verse parte de sus restos. Los mejores conservados se encuentran en la calle Silera, tres lienzos y dos torreones, próximos a la que se conocía como Puerta del Sol, una de las siete principales puertas de acceso. El recinto estaba defendido por 48 torreones y cuatro torres albarranas, además de un complejo sistema de puertas fortificadas, antemuros, terraplén y fosos.

Tras ser entregada por un reyezuelo árabe a Fernando III, Andújar se convirtió en punto estratégico para los cristianos ya que, desde aquí, se organiza el asalto y la conquista del Alto Guadalquivir.  Durante la Edad Media la ciudad experimenta un gran crecimiento. El hecho de que la población fuera creciendo más allá del recinto y la progresiva pérdida de sus funciones militares provocaron el deterioro de las murallas. Poco a poco, la fortificación se fue desmantelando o derruyendo, hasta que en el siglo XIX, con la desamortización, el castillo pasó a manos privadas, convirtiéndose, primero en casa de vecinos y, después, en casino. A principios del XX se aprobó su destrucción total para construir sobre su solar un cine que, paradójicamente, también hoy ha desaparecido.

Arjona

Arjona fue cuna de Alhamar, rey de Granada, fundador de la dinastía nazarí e impulsor de la construcción de la Alhambra. Gracias a él, el municipio adquirió un especial protagonismo dentro de Al-Andalus. De esa esplendorosa etapa se conservan aún algunos vestigios, entre los que destaca un aljibe del que fuera el castillo de Arjona que, recientemente, ha sido restaurado y musealizado para su aprovechamiento turístico.


Arjona estuvo defendida por uno de los recintos fortificados más complejos de la Península Ibérica. Todavía hoy se conservan imponentes vestigios de esta fortificación en el Paseo de los Mártires, donde pueden verse algunos paños de muralla y del antemuro que la defendía. Estas defensas medievales constaban de un recinto amurallado exterior de más de 2 kilómetros de longitud que abrazaba la población y, en su extremo más alto, una alcazaba o barrio fortificado, situado en la actual plaza de Santa María.

Junto a la iglesia, construida en el lugar en el que se cree estuvo la mezquita aljama, se conserva el espectacular aljibe medieval, posiblemente almohade, que reutiliza sillares y columnas romanas, algunas de ellas con inscripciones. El aljibe fue restaurado hace unos años. En él se puede ver un montaje audiovisual en el que, tomándolo como referencia, se cuenta la historia de Arjona, sus primeros asentamientos fechados entre la Edad del Cobre y la del Bronce, su destacado papel como oppidum ibérico o su relevancia como Urgavo o Urgao Alba, una de las principales ciudades romanas de la campiña.

Junto al aljibe, escondidos en los patios y entre las casas colindantes, pueden verse también algunas torres y restos de la muralla de la antigua alcazaba. Curiosamente, el castillo y el alcázar de Arjona sufrieron una gran transformación en el siglo XVII con el descubrimiento de las reliquias de los mártires, San Bonoso y San Maximiano. Para tal fin, en la plaza, se llevaron a cabo unas excavaciones arqueológicas que figuran entre las más antiguas de España. Los trabajos descubrieron las bases de un templo romano y una necrópolis argárica con tumbas que se identificaron como los restos de numerosos mártires cristianos sacrificados durante la persecución de Diocleciano y entre los que se encontraban los dos centuriones romanos que desde entonces son los patrones de Arjona.

Castillo del Trovador Macías

Escenario del célebre romance del trovador Macías, este castillo, de origen árabe, es uno de los principales atractivos de Arjonilla. La leyenda, que inspiró a escritores como Lope de Vega o Larra y que cuenta el desafortunado amor entre el joven Macías y Doña Elvira, es, además, el argumento central de las jornadas medievales que cada otoño se celebran en el municipio.


El recinto del antiguo castillo vuelve, de este modo, a ser escenario del desdichado amor entre Macías y doña Elvira. Son los propios vecinos de Arjonilla los que, con trajes y aperos de la época,  se encargan de revivir el infortunio de los dos enamorados. Cuenta la tradición que el joven trovador, originario de la villa gallega de Padrón y al servicio del Marqués de Villena, se enamoró perdidamente de doña Elvira, una de las damas del séquito de la marquesa, y casada con un hidalgo de un pueblo cercano. Los enamorados fueron descubiertos al tratar de huir y él, encarcelado en el castillo hasta que el desdeñado esposo decidió zanjar el romance arrojándole un venablo que le traspasó el corazón. La fatídica historia sirvió de inspiración para dos de los grandes de la literatura española, Lope de Vega y Mariano José de Larra en sus obras “Porfiar hasta morir” y “El doncel de don Enrique el Doliente”, respectivamente.

Del primitivo castillo islámico de Arjonilla se tiene constancia por las excavaciones hechas en el conjunto. De hecho, los trabajos realizados en 1988 dejaron al descubierto en un extremo del patio de armas los cimientos de una importante torre de planta cuadrada que podrían corresponder a la primitiva fortificación. Tras la conquista cristiana, la Orden de Calatrava dotó al conjunto de una notable torre-puerta, en cuyo aposento más alto la tradición señala estuvo preso y murió Macías el Enamorado. Es en esta época, además, cuando se construye la ermita de Santa Catalina, convertida con el tiempo en capilla del castillo y en la que, hasta el siglo XVII todavía existía el sepulcro del joven trovador.

El recinto tuvo siete lados, de los que tres se conservan en relativo buen estado, y una torre cuadrada, en la que se encuentra la puerta de acceso al castillo, conocida como Torre Techada.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Batalla de Bailén

El 19 de julio de 1808 las tropas españolas lideradas por el General Castaños vencían a las francesas. Un certero golpe a los ambiciosos planes de Napoleón y una victoria que dejó en evidencia la invencibilidad del ejército francés.

Poco podría imaginar Napoleón Bonaparte en los días previos a la batalla que un ejército formado por milicianos, sin apenas experiencia en combate y no demasiados recursos, derrotaría, por primera vez en campo abierto, a sus prestigiosas tropas. No en vano, Bailén, además de marcar un hito en la historia contemporánea de España, supuso el principio del fin de la ocupación francesa y un duro revés a los planes imperialistas de Napoleón.


La batalla de Bailén se enmarca dentro de la Guerra de la Independencia en la que el pueblo español se hizo en armas para luchar contra la ocupación francesa. El Tratado de Fontaineblue autorizó a Napoleón para que sus tropas atravesaran España pero, lo que en principio iba a ser un mero tránsito se convirtió en una invasión en toda regla. Confiado en el éxito de sus planes, ordena la ocupación del Sur de España y, de paso, intenta rescatar una escuadra francesa bloqueada en la bahía de Cádiz. Es en este contexto cuando comienzan a sucederse las primeras revueltas populares hasta que el pueblo español decide hacer frente a las tropas invasoras.

Para muchos historiadores es este, la participación e implicación del pueblo, otro de los factores claves que hacen posible la victoria española en Bailén. El papel de los vecinos de la villa jiennense fue determinante a la hora de suministrar agua a los combatientes para beber y refrescar la artillería en una jornada en la que, según las crónicas, se superaron con creces los 40 grados a la sombra. De hecho, sumado el ardor guerrero de los milicianos españoles, algunos autores atribuyen a la enloquecedora sed y al calor, la principal causa de la derrota francesa. La colaboración del pueblo de Bailén quedó desde entonces simbolizada en el personaje de María Bellido y reflejada en el escudo de la localidad con el dibujo de un cántaro.

La capitulación del ejército francés fue firmada por Castaños y el general francés Dupont en una humilde venta junto al arroyo Rumblar. La derrota desató la ira de Napoleón que, en respuesta, vino a España al frente de un ejército de doscientos cincuenta mil hombres con los que ocupó la península, a excepción de Cádiz, que resistió heroicamente.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Castillo de Baños de la Encina

Es uno de los castillos mejores conservados de toda al-Ándalus. Sus muros de tabiyya son la mejor muestra de arquitectura militar andalusí de toda Europa. A lo largo de la historia, este castillo ha servido como refugio de guerreros hasta estancia real o cementerio parroquial, incluso de plató de cine de películas como “El capitán Trueno”  y “El Santo Grial”. Sin duda, uno de los castillos de la ruta con una impronta paisajística única.


La fortificación está situada en el casco histórico de Baños de la Encina, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1969 y en el que destacan también otros monumentos de gran interés como la iglesia de San Mateo, la ermita del Cristo del Llano – una joya del barroco andaluz- o las distintas casas señoriales que retrotraen al visitante a siglos pasados.

Nada más cruzar el arco de herradura de la puerta que da acceso al castillo, uno puede ya imaginarse cómo sería la vida en aquel recinto fortificado de hace más de ocho siglos. Las últimas excavaciones arqueológicas realizadas nos permiten pasear por las que fueron sus calles, entrar en las viviendas, patios, almacenes o ver el aljibe construido en el centro del patio de armas y con el que se abastecía de agua a los habitantes.

El castillo fue edificado en época Almohade, según las dataciones más recientes de C14 se fundó entre los años 1120 y el 1230, realizado con la técnica del tapial y aprovechando el privilegiado emplazamiento, en el llamado Cerro del Cueto. Pero la ocupación del cerro data desde época prehistórica, los restos arqueológicos localizados más antiguos nos hablan de la presencia humana en este lugar desde al menos el año 3500 a.n.e. También de la época romana se han localizado los restos de un posible templo o monumento funerario, del que se conservan una escalinata y tres capiteles.

Con el paso del tiempo y el devenir de la historia, la actividad en el castillo fue decreciendo y con ella, la vida en el interior de sus muros. Resulta anecdótico que una de sus últimas utilidades fuera la de servir como cementerio para los vecinos de la villa, uso que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.


A lo lejos, el castillo impresiona por la sobria majestuosidad de sus ocres murallas. A lo largo de ellas se reparten sus quince torres, entre las que destaca la torre del homenaje. De mayor altura que el resto, es una de las principales aportaciones hechas tras la conquista castellana, allá por el año 1225. En ella encontramos otra de las curiosidades de la fortaleza. A diferencia de lo que ocurre en construcciones similares, esta torre no está orientada hacia el exterior, hacia la campiña, sino hacia el interior, hacia la población campesina, señal de que esta era una construcción señorial y reflejo del poder de sus dueños. Además, otro rasgo distintivo es que, aún siendo su base cuadrada, el frente externo de la torre se hizo de forma redondeada. La razón, sencilla y de pura lógica: en el momento de construirse, el uso de la artillería había empezado a generalizarse y era de sobra conocido que las esquinas apuntadas resultaban más frágiles a la acción de la pólvora.

lunes, 28 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: Pasando por Linares

Castillo de Linares

En pleno casco urbano de la ciudad, en el centro histórico, próximo a la Iglesia de Santa María, escondidos entre edificios, pueden verse los restos de una de las seis esbeltas torres almenadas que poseía el castillo de Linares. Esta, junto a un trozo de muralla, es lo que ha perdurado de una fortaleza que hoy podemos recrear a través de antiguos planos y dibujos realizados por pintores e historiadores.

La construcción del castillo de Linares se relaciona con la táctica de los musulmanes de reforzar aquellos enclaves estratégicos amenazados por el progresivo afianzamiento y expansión de los cristianos. Hoy sólo podemos recrear su imagen original gracias, por ejemplo, a los planos realizados en el siglo XVII por el historiador Martín Ximena o a una acuarela pintada por Pier María Baldi en el viaje que, en 1668, realizó por Andalucía acompañando al príncipe italiano Cosme de Médicis.

Por estos datos sabemos de su planta rectangular y de sus torres circulares que, ya en época cristiana, fueron elevadas en altura con el fin de acoger dependencias para sus moradores. Asimismo, conocemos la existencia de un antemuro que rodeaba toda la construcción y la presencia de un foso que reforzaba su línea defensiva.

Conquistado en 1227 por Fernado III, el castillo se mantuvo a través de los siglos como testigo del devenir de, por aquel entonces, esta aldea dependiente del concejo de Baeza. En los siglos XIV y XV fue escenario de continuas luchas nobiliarias, atravesando una época de inestabilidad política y social, hasta que, ya en el XVI, Linares consigue su independencia y comienza a emerger como capital de la comarca.

Cástulo y el Castillo de Santa Eufemia

Cástulo fue una de las ciudades ibero-romanas más importantes de la Península Ibérica y, hoy día, uno de los conjuntos arqueológicos más importantes de Europa. Entre el innumerable patrimonio que atesora se encuentra el castillo de Santa Eufemia, uno de los últimos signos de la importancia de esta ciudad que a finales de la Edad Media desaparecía definitivamente.

Cuando los árabes llegan a Hisn Qastulona, del esplendor de la pujante ciudad ibero-romana apenas si quedan algunas muestras. Cástulo no es más que un  conjunto disperso de casas construidas al abrigo de una antigua muralla. Poco a poco, entre los siglos XI al XIII y gracias a su estratégica posición junto al río Guadalimar, el enclave comienza a experimentar un cierto renacimiento. Es en esta fecha cuando se construye el castillo de Santa Eufemia.

Tras atravesar la amplia meseta que antaño ocupó la ciudad de Cástulo, en la zona Sur, se alzan los restos del castillo. Destaca, especialmente, su torre islámica, construida para el control de las vías de comunicación y para la protección del asentamiento. Curiosamente, tras su conquista, los cristianos convirtieron esta torre de alquería de cuatro plantas en la torre de homenaje de un pequeño castillo. No fue muy extensa su vida, ya que a finales de la Edad Media, la fortificación, al igual que el resto del poblado, fue abandonado y sus ruinas cedidas como cantera para la construcción de nuevos edificios en las florecientes ciudades vecinas de Úbeda y Baeza. Era el fin de la brillante Cástulo, que, así, desaparecía definitivamente como espacio habitado a pesar de su esplendoroso pasado.

miércoles, 23 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: La batalla de las Navas de Tolosa


Considerada una de las contiendas más importantes de la conquista de Al-Andalus, la de las Navas de Tolosa era, en principio, otra más de las batallas impulsadas por el reino de Castilla con el fin de seguir arañando territorios al antaño próspero imperio musulmán. Sin embargo, dos hechos dieron bríos añadidos a los planes cristianos. El rey Alfonso VIII logra que el Papa Inocencio III declare Cruzada esta campaña contra los almohades. De este modo, consigue que a sus tropas se sumen cruzados de toda Europa y caballeros de las diferentes órdenes militares. Pero es que, además, la necesidad de hacer un frente común ante los árabes hace que los diferentes reinos cristianos olviden sus conflictos territoriales y aragoneses y navarros se unen para respaldar al rey castellano.

Frente a ellos, las tropas almohades, capitaneadas por el califa Al-Nasir, cuyos planes no sólo incluían afianzar y ampliar el dominio árabe a toda España, sino llegar, incluso, hasta la misma Roma. Las diferencias entre ambos ejércitos eran evidentes, tanto en el equipamiento como en el armamento o en las propias tácticas militares. En las Navas, los cristianos emplearon un plan de combate muy similar al desarrollado por los cruzados de Tierra Santa, con especial protagonismo del cuerpo de reserva liderado por los reyes cristianos que atacarían a los árabes cuando éstos intentaran cercar al cuerpo principal (la conocida como “carga de los tres reyes”). La estrategia almohade, por su parte, era muy simple y efectiva: cansar y desorganizar al enemigo, para después caer sobre ellos y asestarles el golpe de gracia.


El resultado del choque fue la victoria cristiana, miles de cadáveres en el campo de batalla, y un golpe mortal a los ya desgastados pilares del imperio musulmán. Según las crónicas, Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas de Tolosa, abdicó en su hijo y murió dos años después, quizá envenenado. Para los cristianos, sin embargo, la batalla no hizo sino insuflar ánimo a sus planes. A partir de aquí, continúan con sus incursiones, arrasando y tomando poblados y castillos. La llave de entrada a Andalucía estaba ya en sus manos, lo que haría más fácil la conquista del valle del Guadalquivir por Fernando III años después.

lunes, 21 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: Nos adentramos en Jaén

Seguimos con nuestra ruta virtual dentro del programa Por un Millón de Pasos dejando atrás Ciudad Real y adentrandonos en Jaén. En estos días recorreremos castillos como el de las Navas de Tolosa y el de Vilches, y seremos testigos de la batalla decisiva de la reconquista española.

Nos adentramos en Jaén por Castro Ferral, que está situado a la altura del puerto del Muladar. Antiguamente, protegía el paso de La Losa, una de las tradicionales rutas que unían Andalucía y la Meseta. En 1169 los monjes calatravos lo conquistaron y apresaron a setenta soldados musulmanes. Poco después, los almohades volvieron a tomarlo hasta que el 13 de julio de 1212, la víspera de la batalla de las Navas de Tolosa, el monarca Alfonso VIII lo conquistó definitivamente. Próximo a estas ruinas está el trazado de la primitiva Vía Augusta romana.


Castillo de las Navas de Tolosa

Conocido también como de los Collados o de las Águilas, el castillo fue construido inicialmente, al igual que otras fortificaciones de la zona, para vigilar uno de los caminos que enlazaban la Meseta con Córdoba y, de paso, controlar las minas de plata que existían en Sierra Morena. Años después, los árabes reforzaron su papel defensivo en el intento de frenar el avance de las tropas cristianas.  Durante la campaña de las Navas de Tolosa el castillo fue conquistado definitivamente por los cristianos, manteniendo su actividad defensiva hasta que, dos siglos después, concretamente en el año 1473, fue desmantelado parcialmente al desaparecer la frontera con el reino nazarí de Granada.

Hoy día, de los restos que aún perviven de este conjunto fortificado, el viajero puede ver su gran torre hexagonal, que conserva, aproximadamente, catorce metros de su original altura. Se trata de una torre maciza, sin espacio habitable alguno, pero que sí cuenta con un pequeño pozo o aljibe en el centro. No obstante, también se sabe de la existencia de una muralla que se construyó posteriormente para acrecentar la defensa y que rodearía una pequeña aldea que surgió al abrigo del castillo.

Cuenta la historia que, tras su conquista y apenas dos días después de la histórica Batalla de las Navas de Tolosa, los cristianos no dudaron en pasar a cuchillo a los defensores de este castillo que, durante más de doscientos años, sirvió de defensa y vigía para el reino musulmán de lo que hoy conocemos como Paso de Despeñaperros, antaño Paso del Muradal. Hoy la silueta de su torre sobresale en una típica dehesa de Sierra Morena en la que pueden verse también reses bravas.



Castillo de Vilches

Edificado en la cumbre del cerro al que da nombre, desde el castillo de Vilches el viajero puede disfrutar de unas impresionantes vistas de los valles del Guadalén y del Guarrizas, en la zona de contacto entre Sierra Morena al norte y el Valle del Guadalquivir al Sur. En la actualidad, además de los restos del primitivo castillo también puede visitarse la ermita de la Virgen del Castillo, patrona de la localidad.

De las primitivas defensas del castillo pueden verse  un torreón esquinero y un pasaje-túnel cubierto con bóveda de cañón ligeramente apuntada que daba acceso al recinto amurallado. Con el paso de los años y con el afianzamiento de la cultura cristiana, gran parte de las torres y lienzos de las murallas de los castillos fueron utilizados como cantera de materiales para edificar, normalmente, pequeñas iglesias o ermitas. Así ocurre en Vilches, donde se construye en el patio de armas la ermita de Santiago que, después, sería sustituida por la actual ermita de la Virgen del Castillo.

Vilches desempeñó un importante papel como punto de defensa del Alto Guadalquivir y como castillo refugio para los habitantes de las alquerías de su entorno, especialmente cuando, en la segunda mitad del siglo XII, el avance de las tropas cristianas comenzó a ser una seria amenaza para Al-Andalus. Años después de ser conquistado, Fernando III engloba el territorio de Vilches dentro del término del concejo de Baeza, si bien el Rey mantuvo la tenencia del castillo durante años.

martes, 15 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: Los territorios Calatravos

Una vez iniciada nuestra ruta la primera etapa de la misma nos traslada por los territorios calatravos de Ciudad Real, donde se gestó poco a poco la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, que sería el principio del fin de la fase final de la reconquista.

En 1198, tres años después de que los almohades vencieran en la batalla de Alarcos y se apoderaran de Calatrava la Vieja, un reducido ejército cristiano se hizo con el castillo musulmán de Salvatierra, custodiado desde entonces por monjes soldados de la orden de Calatrava. En 1211 el califa almohade al-Nasir puso cerco sobre él y al cabo de 51 días los calatravos se rindieron y entregaron la plaza. El castillo fue conquistado el año siguiente, cuando las huestes de Alfonso VIII vencieron en la batalla de las Navas de Tolosa.

Los monjes calatravos trasladaron su cenobio desde el castillo de Salvatierra al de Calatrava la Nueva el año 1217. En esta gran fortaleza permanecieron hasta 1826, cuando la abandonaron para trasladarse a Almagro. El castillo roquero es uno de los más grandes de Europa y está repartido por tres recintos que ocupan más de cincuenta mil metros cuadrados. Entre sus partes más destacadas sobresale el convento con su claustro, su refectorio y sala capitular.


Calatrava la Vieja

La antigua ciudad de Calatrava, conocida desde el siglo XIII como Calatrava la Vieja, se encuentra en el término municipal de Carrión de Calatrava (Ciudad Real, España).

Durante la Alta Edad Media, fue la única ciudad importante de al-Ándalus en el valle medio del río Guadiana. Su destacada posición, en la margen izquierda de éste, la hacían paso obligado en el camino de Córdoba a Toledo y en las comunicaciones entre el Levante y el Poniente peninsular.

De fundación omeya (fines siglo VIII), durante cuatro siglos formó parte de al-Andalus. A mediados del siglo XII, tras pasar a Castilla, fue una de las primeras posesiones de la Orden del Temple en este reino. Después del abandono templario del lugar, la ciudad fue el origen y primera sede (1158) de la Orden de Calatrava, la más antigua orden militar peninsular.

Castillo de Salvatierra

El castillo de Salvatierra fue construido por los musulmanes en torno a los siglos X u XI sobre otra construcción existente de origen romano. Fue conquistado por los cristianos en el año 1198, siendo recuperado por los musulmanes en el 1211 y reconquistado definitivamente por los cristianos en 1226.

Tuvo una gran importancia estratégica, puesto que suponía para los cristianos un excelente observatorio militar que estaba rodeado de otras pequeñas fortificaciones cercanas, como las de Castilviejo, Castillejo de Don Alonso y La Mojina y para los musulmanes el control de las fuerzas cristianas que se dirigían hacia Al-Ándalus.


Castillo de Calatrava la Nueva

Estamos en la gran fortaleza de los caballeros calatravos, cuya propiedad defenderían frente a los musulmanes del cercano castillo de Salvatierra. Aunque fue fortaleza de la edad del bronce, visigoda, y hay noticias de su uso por Nuño de Lara en el s. XII, tendría su gran apogeo a partir de la batalla de las Navas de Tolosa.

Hoy podemos recorrer sus caminos, las dependencias del castillo -patios, torres, escaleras-, y un aljibe. Además, su convento del siglo XIII conserva una gran puerta con rosetón, la de la Estrella, la sala capitular, refectorio y cocinas, además del cementerio. Las zonas auxiliares de artesanos, hospedajes, cuadras y bodegas completan este magnífico retrato de la vida en la edad media.

La gran fortaleza de los calatravos, con más de 45.000 m2, fue erigida para ser la gran sede de la orden, sustituyendo la ciudad de Calatrava la Vieja. Su iglesia, convento, hospedería puebla y recinto externo, rodeado de fortificaciones, formaron una auténtica ciudad fortificada medieval.

lunes, 14 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: Comenzamos nuestra ruta en Alarcos

Nuestra andadura virtual por la ruta de los Castillos y Batallas comienza por el principio, en la localidad de Alarcos, Ciudad Real. Alarcos, además de estar poblada desde épocas antiguas, fue punto clave por la batalla entre Cristianos y Musulmanes que se produjo en 1195 y que sería determinante durante un tiempo en las aspiraciones cristianas de reconquistar la península.


Alarcos fue un importante asentamiento de la tribu de los oretanos, famosa entre otros hechos por haber derrotado y dado muerte al general cartaginés Amílcar Barca. En este lugar edificaron una importante ciudad, bien organizada en torno a calles pavimentadas con piedra, y casas rectangulares de una y dos habitaciones, con zócalo de piedra y cubierta vegetal. Contemplaremos su vida cotidiana a través de los útiles de bronce, hierro y hueso que utilizaban, y sus ritos funerarios. Y sobre todo cómo, desde este lugar, fueron capaces de controlar el valle del Guadiana, y el paso entre la meseta, el sur y el levante penínsular.

Pero Alarcos fue también el gran proyecto urbano del rey Alfonso VIII de Castilla, y visitándola podemos comprender la organización de la Reconquista, su alcance y consecuencias. El proyecto urbano del s. XII aprovechó los restos ibéricos, erigiendo la gran muralla de tres metros de espesor que hoy podemos recorrer. Además de un gran castillo en su centro urbano que conserva dependencias e instalaciones, como la fragua, las cocinas, cuadras y alcobas, etc.

Sin duda lo más interesante es que el desarrollo de la ciudad se vio interrumpido ante la reacción almohade, que temía que el reino de Castilla tuviese un asentamiento desde el que invadir el territorio musulmán. El califa Yusuf, en la Batalla de Alarcos, librada en las cercanías de la ciudad en 1195, derrotó estrepitosamente al rey Alfonso VIII, y el proyecto de reconquista se vio interrumpido.

Los cristianos tardarían casi veinte años en rehacerse y en asentar definitivamente su poder en el sur mediante la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212. En agradecimiento a la victoria erigirían en la Ermita de la Virgen de Alarcos. La ciudad de Alarcos, por su parte, quedaría para siempre inconclusa, aunque en las cercanías surgiría su sustituta, una tal Villa Real, que andando el tiempo sería el gran núcleo urbano de Ciudad Real.


miércoles, 9 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: Presentación


Por un millón de pasos” es una iniciativa, de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, dirigida a asociaciones locales para que mediante la práctica de paseos en grupo alcancen un total de, al menos, un millón de pasos en un mes mediante las aportaciones de todos los participantes.

El Proyecto iniciado en 2.008 consta de diversas ediciones, habiéndose orientado ea la realización de “viajes imaginarios” mediante los que se establece el reto de unir mediante pasos la distancia que separa nuestros municipios de otras localidades o realizando rutas virtuales, como por ejemplo el Camino de Santiago.

El fin último de esta iniciativa es promover la práctica de actividad física y/o reforzar el mantenimiento de la actividad en aquellos/as que ya lo llevan a cabo, además de potenciar los hábitos de vida saludables, las actividades en grupo y reforzar el asociacionismo en las localidades adscritas.


En nuestro pueblo esta iniciativa surge de nuestra asociación y del Centro Guadalinfo y entre todos los que se animen a participar nos hemos propuesto realizar una ruta virtual cultural e interesante, la Ruta de los Castillos y Batallas, que comienza en la localidad de Alarcos (ciudad real) y concluye en la Alhambra de Granada, pasando casi todo su recorrido pro la provincia de Jaén.

La Ruta de los Castillos y las Batallas recorre y evoca algunos de los episodios más importantes de la historia de la provincia de Jaén. Entre estos paisajes, pueblos y ciudades tuvieron lugar tres batallas que cambiaron el orden político, social y económico de la España de entonces. Las tierras de Jaén fueron testigo de la batalla de Baécula, que enfrentó a romanos y cartagineses en el año 208 antes de Cristo. Al norte de la provincia, en los límites con Castilla-La Mancha, tuvo lugar en el verano de 1212 la batalla de las Navas de Tolosa, que acabó con la victoria cristiana y la pérdida de la hegemonía árabe en la península ibérica. Siglos después, en 1808, la batalla de Bailén puso fin a la presencia francesa en suelo español. Jaén, además, posee algunos de los castillos más soberbios de España. Son fortalezas medievales situadas en pueblos y ciudades de extraordinario encanto. Castillos y Batallas conforman una propuesta turística y cultural que aúna la belleza del paisaje, el interés histórico, artístico y patrimonial.


Inauguramos nuestro Blog

Bienvenid@s a blog de la Asociación de Mujeres Albaluz de Cortijos Nuevos (Jaén).

Inauguramos este espacio con la intención no solo de de poner en valor las actividades que realiza nuestra asociación, sino también la cultura, costumbres y eventos que se realicen en nuestro pueblo. Queremos que este sea un espacio de promoción de nuestro entorno, de nuestro pueblo, abierto a a todos. Empezamos esta andadura digital con mucho ánimo y esperando que este espacio sea un lugar de encuentro para nuestras socias y amigas.