miércoles, 23 de julio de 2014

Por un Millón de Pasos: La batalla de las Navas de Tolosa


Considerada una de las contiendas más importantes de la conquista de Al-Andalus, la de las Navas de Tolosa era, en principio, otra más de las batallas impulsadas por el reino de Castilla con el fin de seguir arañando territorios al antaño próspero imperio musulmán. Sin embargo, dos hechos dieron bríos añadidos a los planes cristianos. El rey Alfonso VIII logra que el Papa Inocencio III declare Cruzada esta campaña contra los almohades. De este modo, consigue que a sus tropas se sumen cruzados de toda Europa y caballeros de las diferentes órdenes militares. Pero es que, además, la necesidad de hacer un frente común ante los árabes hace que los diferentes reinos cristianos olviden sus conflictos territoriales y aragoneses y navarros se unen para respaldar al rey castellano.

Frente a ellos, las tropas almohades, capitaneadas por el califa Al-Nasir, cuyos planes no sólo incluían afianzar y ampliar el dominio árabe a toda España, sino llegar, incluso, hasta la misma Roma. Las diferencias entre ambos ejércitos eran evidentes, tanto en el equipamiento como en el armamento o en las propias tácticas militares. En las Navas, los cristianos emplearon un plan de combate muy similar al desarrollado por los cruzados de Tierra Santa, con especial protagonismo del cuerpo de reserva liderado por los reyes cristianos que atacarían a los árabes cuando éstos intentaran cercar al cuerpo principal (la conocida como “carga de los tres reyes”). La estrategia almohade, por su parte, era muy simple y efectiva: cansar y desorganizar al enemigo, para después caer sobre ellos y asestarles el golpe de gracia.


El resultado del choque fue la victoria cristiana, miles de cadáveres en el campo de batalla, y un golpe mortal a los ya desgastados pilares del imperio musulmán. Según las crónicas, Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas de Tolosa, abdicó en su hijo y murió dos años después, quizá envenenado. Para los cristianos, sin embargo, la batalla no hizo sino insuflar ánimo a sus planes. A partir de aquí, continúan con sus incursiones, arrasando y tomando poblados y castillos. La llave de entrada a Andalucía estaba ya en sus manos, lo que haría más fácil la conquista del valle del Guadalquivir por Fernando III años después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario