miércoles, 13 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Batalla de Bailén

El 19 de julio de 1808 las tropas españolas lideradas por el General Castaños vencían a las francesas. Un certero golpe a los ambiciosos planes de Napoleón y una victoria que dejó en evidencia la invencibilidad del ejército francés.

Poco podría imaginar Napoleón Bonaparte en los días previos a la batalla que un ejército formado por milicianos, sin apenas experiencia en combate y no demasiados recursos, derrotaría, por primera vez en campo abierto, a sus prestigiosas tropas. No en vano, Bailén, además de marcar un hito en la historia contemporánea de España, supuso el principio del fin de la ocupación francesa y un duro revés a los planes imperialistas de Napoleón.


La batalla de Bailén se enmarca dentro de la Guerra de la Independencia en la que el pueblo español se hizo en armas para luchar contra la ocupación francesa. El Tratado de Fontaineblue autorizó a Napoleón para que sus tropas atravesaran España pero, lo que en principio iba a ser un mero tránsito se convirtió en una invasión en toda regla. Confiado en el éxito de sus planes, ordena la ocupación del Sur de España y, de paso, intenta rescatar una escuadra francesa bloqueada en la bahía de Cádiz. Es en este contexto cuando comienzan a sucederse las primeras revueltas populares hasta que el pueblo español decide hacer frente a las tropas invasoras.

Para muchos historiadores es este, la participación e implicación del pueblo, otro de los factores claves que hacen posible la victoria española en Bailén. El papel de los vecinos de la villa jiennense fue determinante a la hora de suministrar agua a los combatientes para beber y refrescar la artillería en una jornada en la que, según las crónicas, se superaron con creces los 40 grados a la sombra. De hecho, sumado el ardor guerrero de los milicianos españoles, algunos autores atribuyen a la enloquecedora sed y al calor, la principal causa de la derrota francesa. La colaboración del pueblo de Bailén quedó desde entonces simbolizada en el personaje de María Bellido y reflejada en el escudo de la localidad con el dibujo de un cántaro.

La capitulación del ejército francés fue firmada por Castaños y el general francés Dupont en una humilde venta junto al arroyo Rumblar. La derrota desató la ira de Napoleón que, en respuesta, vino a España al frente de un ejército de doscientos cincuenta mil hombres con los que ocupó la península, a excepción de Cádiz, que resistió heroicamente.

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