miércoles, 6 de agosto de 2014

Por un Millón de Pasos: Castillo de Baños de la Encina

Es uno de los castillos mejores conservados de toda al-Ándalus. Sus muros de tabiyya son la mejor muestra de arquitectura militar andalusí de toda Europa. A lo largo de la historia, este castillo ha servido como refugio de guerreros hasta estancia real o cementerio parroquial, incluso de plató de cine de películas como “El capitán Trueno”  y “El Santo Grial”. Sin duda, uno de los castillos de la ruta con una impronta paisajística única.


La fortificación está situada en el casco histórico de Baños de la Encina, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1969 y en el que destacan también otros monumentos de gran interés como la iglesia de San Mateo, la ermita del Cristo del Llano – una joya del barroco andaluz- o las distintas casas señoriales que retrotraen al visitante a siglos pasados.

Nada más cruzar el arco de herradura de la puerta que da acceso al castillo, uno puede ya imaginarse cómo sería la vida en aquel recinto fortificado de hace más de ocho siglos. Las últimas excavaciones arqueológicas realizadas nos permiten pasear por las que fueron sus calles, entrar en las viviendas, patios, almacenes o ver el aljibe construido en el centro del patio de armas y con el que se abastecía de agua a los habitantes.

El castillo fue edificado en época Almohade, según las dataciones más recientes de C14 se fundó entre los años 1120 y el 1230, realizado con la técnica del tapial y aprovechando el privilegiado emplazamiento, en el llamado Cerro del Cueto. Pero la ocupación del cerro data desde época prehistórica, los restos arqueológicos localizados más antiguos nos hablan de la presencia humana en este lugar desde al menos el año 3500 a.n.e. También de la época romana se han localizado los restos de un posible templo o monumento funerario, del que se conservan una escalinata y tres capiteles.

Con el paso del tiempo y el devenir de la historia, la actividad en el castillo fue decreciendo y con ella, la vida en el interior de sus muros. Resulta anecdótico que una de sus últimas utilidades fuera la de servir como cementerio para los vecinos de la villa, uso que se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX.


A lo lejos, el castillo impresiona por la sobria majestuosidad de sus ocres murallas. A lo largo de ellas se reparten sus quince torres, entre las que destaca la torre del homenaje. De mayor altura que el resto, es una de las principales aportaciones hechas tras la conquista castellana, allá por el año 1225. En ella encontramos otra de las curiosidades de la fortaleza. A diferencia de lo que ocurre en construcciones similares, esta torre no está orientada hacia el exterior, hacia la campiña, sino hacia el interior, hacia la población campesina, señal de que esta era una construcción señorial y reflejo del poder de sus dueños. Además, otro rasgo distintivo es que, aún siendo su base cuadrada, el frente externo de la torre se hizo de forma redondeada. La razón, sencilla y de pura lógica: en el momento de construirse, el uso de la artillería había empezado a generalizarse y era de sobra conocido que las esquinas apuntadas resultaban más frágiles a la acción de la pólvora.

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